5 abr 2017

Ella y el papel.

¡Feliz Miércoles!

Ya estamos a mitad de semana y como la semana pasada, os traigo el siguiente capítulo de Él & Ella.
¿Os están gustando? Deseamos de verdad que así sea.

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Un saludito y que sigáis teniendo buenísima semana.

Daniel no se podía creer que todo hubiera sido gracias a un papel que se le había caído del bolsillo. La chica de los ojos del océano lo había encontrado. Y no solo había encontrado el papel, había encontrado a Daniel en medio del laberinto. Para él fue fácil darle el número de teléfono y hablar todos los días, lo sentía como algo natural, como si hubieran estado hablando durante meses. La conexión que sentía con Martina era muy distinta a la que había sentido con cualquier otra chica. Por eso se puso tan nervioso a la hora de proponerle una cita. Por eso su corazón casi se le salió del pecho cuando esta aceptó. ¿Cuánto hacía que no tenía una cita propiamente dicha? Muchísimo tiempo.

No quiso decirles nada a sus amigos, si quieres que algo salga bien, es mejor que no lo sepa nadie. Y Daniel quería que la primera cita fuese bien. Tenía que ir bien. No se perdonaría a sí mismo el que Martina se fuese casi antes de haberla tenido. No quería dejar de ver esos ojos. Se mordió el labio y se terminó de mirar en el espejo. ¿Qué ropa llevaría ella? Habían quedado para tomar algo cerca del centro, algo informal, sin presión. Ya tendrían tiempo de ir a cenar, al cine o a bailar si todo esto salía bien. Se colocó la chaqueta de cuero encima de una camisa de color blanco y salió de su casa sin dejar de pensar en anularlo todo, en decirle cualquier excusa tonta para no ir. Os mentiría si dijera que Daniel no tenía miedo. Tenía y mucho. ¿Y si perdía también a Martina en el laberinto en el que la había metido gracias a un papel?

Mientras caminaba a la cita, fue rememorando lo sucedido aquel sábado. Había estado bebiendo en el bar de siempre con sus amigos, estos se habían marchado primero y él al irse, descubrió el mar en medio de Madrid. Solo de pensar en los ojos de Martina su cuerpo reaccionaba. Sonrió un poco. Había sido agradable al girarse y caminar despacio cuando ella lo había llamado porque se le había caído un papel. También había sido agradable el conocer su nombre sin que él se lo preguntase. Y por supuesto, también lo fue cuando se quedó callado, buceando en sus ojos.

― Eh… Yo soy Daniel. Y el papel puedes quedártelo. Es un regalo. ―

Lo había dicho mientras intentaba escapar de los ojos grandes de ella, que lo miraban con tanta intensidad que Daniel podía asegurar que estaban viéndole el alma. Martina entonces, se limitó a sonreír tímidamente y a guardarse el papel en el bolso. Se notaba que no sabía muy bien que decir ante un regalo inesperado. El silencio que les envolvió no fue incómodo, al menos no para Daniel, que empezó a decir nueve números.

― Mi número de teléfono. Tómatelo como un regalo, también. ― Le guiñó un ojo y se volvió sobre sus pasos.


Se quedó parado al lado del bar en el que habían quedado. Había llegado puntual, pero no había ni rastro de Martina. ¿Y si era ella la que no venía? Miró su móvil por si tenía algún mensaje de ella, pero no había nada. Los minutos fueron pasando y la ansiedad y el nerviosismo fueron incrementándose, hasta que alzó la vista y vio sus ojos mirándole directamente a él. Después, todo lo demás desapareció. 

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